La sensibilidad existencial en la poesía de Mariela Cordero por Jüri Talvet




Por Jüri Talvet, poeta y académico (nacido en 1945, Estonia)


(marzo de 2025)


En 2021 publiqué en Tartu en dos tomos (780 páginas) mi antología personal de la poesía universal en traducción estonia (Valitud tõlkeluulet. I-II. Editorial de la Universidad de Tartu).  Recoge muestras de la obra de casi 150 poetas de todo el mundo, que había traducido durante medio siglo (1970–2020) de mi vida, en paralelo con mi actividad académica del profesor de literatura comparada y universal en la Universidad de Tartu.

El primer tomo empieza con un fragmento del Libro de buen amor de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, y varios sonetos de Francesco Petrarca, terminando con algunos poemas del mexicano Octavio Paz, del nicaragüense Joaquín Pasos y con "Poema primero. Posesión en el sueño" de la costarricense Eunice Odio.

El segundo tomo abarca a los poetas con quienes mi vida de algún modo ha cruzado y coincidido, por fugazmente que fuera: desde el poema "Hombre que mira sin sus anteojos", del uruguayo Mario Benedetti y mis propios coetáneos hasta poetas mucho más jóvenes, nacidos en los 1970s y los 1980s. Entre éstos últimos decidí incluir a la venezolana Mariela Cordero (a la que tuve la suerte de conocer hace un par de años, por Facebook...).


Mariela Cordero, poeta

Para mí, los rasgos más distintivos de la poesía de Mariela Cordero son su respeto a la tradición de la cultura creativa (revelada en una simbiosis estético-filosófica) y una sensibilidad existencial, que sólo podría alcanzar madurez por un auto-sondeo más íntimo del poeta, sin idealizar contornos ideológicos de las sociedades (estados) en que nos toca vivir. De los poemas que he traducido al estonio, "Cuerpo público" presenta un "no-país" donde reina un terror físico, sexual y mental, la ley cruel de la selva. Sus víctimas son los que se atreven a soñar con el amor, la libertad y la ternura humana. En su esencia, el  "no-país" es siempre una dictadura, que se basa en un terror (comunista o fascista, poca diferencia hay).  La poeta dedica su poema "La flor azul" a Novalis, el pensador y poeta romántico-místico alemán, quien en su novela de iniciación "Heinrich von Ofterdingen" soñaba (como un ideal) en un país cuyos habitantes –no sólo humanos, sino todas las creaturas de Dios y de la Naturaleza viven en armonía. En sus poemas místicos Novalis anhelaba una felicidad superior que sólo se podía alcanzar mediante la unión con la totalidad y Dios, la Noche y la Muerte. En el poema "La vía húmeda" la poeta contrapone "la jauría" del terror sexual y físico (encarnado sobre todo por el hombre-macho, de todas las edades) con el lejano ideal de la Diosa egipcia Isis, del Sol y del Amor. Al mismo tiempo la poeta no simplifica ni idealiza estas relaciones genéricas. Tensiones psíquico-sexuales acosan a todos y a todas, tiene su origen en el código básico de la vida. Los poetas no son una excepción.   

 

   

 

         

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