En la sección de traducción de Mariela Cordero presentamos dos poemas de Surazeus Astarius, seudónimo de Simon Seamount (Estados Unidos). Es un cartógrafo que vive en Georgia con su mujer y sus dos hijos. Surazeus escribe poesía en lo que él llama Escrituras Astarianas. Surazeus escribió la Ciencia de Hermes, o el Hermead, un poema épico sobre las vidas e ideas de 26 filósofos antiguos en 126.680 líneas de verso en blanco pentámetro.
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La pasión del libre albedrío
Cuando hablamos de la extraña belleza de la vida
mientras paseamos juntos junto al claro río
la gran visión del mundo brilla en las nubes,
conjurada desde nuestros cerebros por las palabras que expresamos,
pero cuando guardamos silencio en asombro por la verdad
se desvanece del espejo del cielo.
Cuando derrotó a Cronos, señor de la codicia,
Zeus impuso el orden estatal a través del imperio de la ley
al asignar a cada ser humano consciente
su rol especial en el juego de la vida
que desempeñamos con pasión del libre albedrío
para mantener la máquina mundial de producción de alimentos.
Aunque parezco libre de todas las restricciones sociales,
después de romper los ciegos grilletes de la religión,
cada elección que hago con ambición de verdad
se convierte en el Destino que diseño para mí
dentro del gran marco institucional
sobre el que construimos la sociedad de la esperanza.
Podría estar entre la maleza a la orilla del río
bajo el Árbol de la Vida con frutos maduros
y ver el agua del cambio fluir para siempre,
mientras todos los cuerpos orgánicos transforman su forma
a través de vibrantes movimientos de nuestras sustancias químicas,
sin embargo, me desvaneceré en el sueño de mi corazón.
La mayoría de la gente cree en la vieja mentira religiosa
que nuestras almas se renuevan en el río de los sueños,
irradiando a la brillante caldera de la conciencia
en estrellas que transportan nuestras mentes de vuelta en nuevos cuerpos,
pero yo sé que nos desvanecemos en la Nada
mientras nuestros átomos se transforman en otros cuerpos.
Eurídice es mordida por la Serpiente
que ofreció la Manzana de la Sabiduría a Eva,
así que Orfeo rasguea la lira de Mercurio
y canta para recuperar su alma de entre los muertos,
pero no ella vuelve, no porque él mire hacia atrás,
sino porque los muertos no vuelven a la vida.
Bebo el dulce Espíritu de la Vida Inmortal
elaborado con uvas y agua del río Estigia,
bailo salvaje con Dionisio a la luz de la luna,
luego canalizo la energía que mi danza despierta
con la lógica de la razón para construir el avión
que Dédalo diseña para que Ícaro pueda volar.
Después de matar al Minotauro de mi corazón
Ariadna me guía por el laberinto del mito
mientras me transformo más allá del Dios de Muchas Caras
para resolver el infantil enigma de la Esfinge
para que podamos vivir en el paraíso que construimos
porque el amor nos da la fuerza para perdurar.
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Quién aún acecha mi vida
La suave hierba que susurra junto al camino sin señales
no contiene la sabiduría que yo necesitaría poseer
sin embargo, cuando veo su verde resplandor a la luz del sol
siento una extraña y atemporal punzada de esperanza sin palabras
de que podría encontrar a la persona que más amo
quien aún acecha mi vida como el fantasma sin rostro.
Estaciono el auto al borde de la carretera,
me paro entre matorrales de maleza y arbustos que me llegan hasta las rodillas
que crujen por las ráfagas de los autos que pasan a toda velocidad,
asombrado de no tener otro lugar adonde ir
ahora que la persona que más amo ha muerto,
quien aún acecha mi vida dondequiera que me esconda.
La tangara occidental con la cabeza escarlata
y el pecho dorado como las colinas en el resplandor de la tarde,
me explica que el secreto del verdadero amor
es nunca querer que otros me amen,
así que susurro el nombre del alma solitaria
quien aún acecha mi vida como su rol fatídico.
Cuando pronuncio su nombre con el aliento de mi corazón
su alma se transforma en la mariposa
que vuela sobre las flores del prado de la fe
e ignora el ajetreo de los juegos humanos
compitiendo por ganar más amor que aquella
que aún acecha mi vida bajo el sol silencioso.
En el camino, me río al recordar
el póster de la paloma estrella en el vestíbulo de la biblioteca
que dice: si amas a alguien déjalo libre
porque retornará a vivir a nuestro lado
si elige ese destino con un corazón ávido,
quien aún acecha mi vida aunque estemos separados.
Camino de vuelta a mi auto estacionado en la hierba,
pensando en que los autos son máquinas del tiempo
porque nos llevan a nuestro sueño futuro
más rápido que si caminamos con piernas hambrientas,
y sin embargo no encontraré a mi amor cuando me vaya,
quien aún acecha mi vida como nieve indiferente.
Conduciendo por la carretera que serpentea a través de bosques enmarañados,
cercados por el Edén que mantuvo fuera a Satanás,
sonrío ante la visión del mundo de mi mente esperanzada,
que construí a partir de dulces recuerdos,
se desintegra a la luz del sol de sus ojos
quien aún acecha mi vida en forma conceptual.
Ella no es Pandora con sonrisa ingenua
que me da una caja de secretos de su corazón,
así que toco la lira de Mercurio y canto
conjuros de compasión que Orfeo me enseñó
para llamar desde el infierno a la dulce mujer que adoro
quien aún acecha mi vida en la puerta vacía.
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Traducción al español por Mariela Cordero
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