La poeta Mariela
Cordero, nuestra colaboradora, esta semana nos presenta tres poemas en español
y en portugués de Héctor José Rodríguez Riverol (España). Músico, compositor, escritor y gestor cultural nacido en La
Palma, Islas Canarias, España, en 1974. Ha publicado doce libros de poesía
(cinco de ellos compartidos), uno de literatura infantil, más cuatro antologías
de poesía (coautor). Algunas de sus obras han sido traducidas al inglés,
portugués, rumano y francés. Ha obtenido diversos reconocimientos literarios
internacionales. Sus textos figuran en más de cuarenta antologías y revistas
internacionales. Ha prologado varias obras. Ha sido miembro del jurado en
Certámenes de Microrrelato, Cuento y Poesía. Es presidente de Abra Canarias
Cultural (en esta asociación, como editor, ha publicado 44 libros). Ha
realizado pequeñas incursiones en el cine (figurante) y como modelo en portadas
de libros. Ha lanzado 5 trabajos discográficos en solitario bajo el pseudónimo
Acheseté. Actualmente pertenece a la banda de versiones Atlantis.
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I
Hay aldabas sustituyendo a las cruces
en el lomo trasnochado del mártir
que retoza entre exequias.
Su fruto está lleno de árboles,
sus raíces de profundidad
y la mirada intrusa del verbo
cubre de dulzor al paladar más mezquino.
Se destila en el subsuelo
la simiente de un enigma impropio,
pero ¿a ojos de qué vara despunta?
Trepa como el azogue a lo más alto con piolets
para descender por vía intravenosa
hasta los ramajes de mi nombre,
luego desencanta al sherpa descalzado
buscando su cauce en aguas del retiro.
Y la visión mortal de fauces abruptas
¿a qué se reduce,
a la premura del alba y el sonreír
del crepúsculo a pesar de su adiós?
II
Salen al trote los pasos
del que fuera elefante nómada,
percherón inhibido,
y la sombra desatino ya no roza
ni la bajeza de suelas herradas,
¿habrá discernido valorarse?
Se escuchan distintas versiones de un eco
entre los acantilados de la negación más obcecada,
y una letanía séptica se alimenta
de puertas ataviadas con la negrez del cerrojo.
Vaya el ego por delante
de los brazos que no dan abrigo,
vaya el amor por vereda sorda
y torrente del equívoco;
a las mil y una,
butrón y lección aprehendida.
¿Por qué desangra inmortalidad la melodía de tu arpa?
¿Acaso repetimos la huida de las estaciones?
XVII
Serás aliento en el peso de mi lengua muerta,
cuaderno de misterio que cicatriza hendeduras
y beso relámpago bajo la roca helada de la amanecida,
nervio roncador entre harapos,
sacudidas en una maleta armada con propósito,
ungüento en lo yermo
de mis páramos añiles,
manos que traen bramidos del eco
aún con los labios amurallados,
vagón de remedios al borde del maleficio,
agitador de hojillas en las venas de noviembre,
aristas de curva ascendente en mi lecho fruncido,
signo que hurta rubores al celaje
del asombro bordado en las comisuras
de un te quiero extraviado y moribundo,
parabienes ganados al destiempo de los pasos ciegos,
palabras de acuarela y ayuno
(coces de brega en un trapecio cíclico lunar),
enigmático oleaje,
bocanada de abismo,
arritmia salada.
I
Há aldravas substituindo as cruzes
nas costas enfraquecidas do mártir
que pulsa entre exéquias.
Seu fruto está cheio de árvores,
suas raízes, de profundidade,
e o olhar intruso do verbo
cobre de doçura o paladar mais mesquinho.
Destila-se no subsolo
a semente de um enigma impróprio,
mas brota aos olhos de que vara?
Sobe como azougue até o topo com crampão
para descer por via intravenosa
até as ramagens do meu nome,
em seguida desencanta ao sherpa descalço
que busca seu leito nas águas do retiro.
E a visão mortal de mandíbulas abruptas
a quê se reduz?
à premência da aurora e ao sorrir
do crepúsculo apesar de seu adeus?
II
Ao trote saem os passos
do que fora elefante nômade,
percherão inibido,
e a sombra do desatino já não roça
nem a vileza de solas com ferraduras,
terá decidido se valorizar?
Ouvem-se diferentes versões de um eco
entre os penhascos da negação mais obcecada,
de uma ladainha séptica que se alimenta
de portas adornadas com o negror do ferrolho.
Vá o ego à frente
dos braços que não dão abrigo,
vá o amor pela vereda surda
e pela torrente do equívoco;
mil e uma vezes,
cilada e lição apreendida.
Por que a melodia de sua harpa sangra imortalidade?
Por acaso vamos repetir a fuga das estações?
XVII
Você será o hálito no peso de minha língua morta,
caderno de mistério que cicatriza rachaduras
e beijo relâmpago sob a rocha gelada do amanhecer,
nervo que ronca entre farrapos,
sacudidas em uma mala preparada com um propósito,
unguento que glorifica o ermo
dos meus páramos anis,
mãos que trazem bramidos do eco
mesmo com os lábios de muralhas,
vagão de remédios à beira do malefício
que agita lâminas nas veias de novembro,
arestas de curva ascendente em meu leito franzido,
signo que furta rubores à cerração
do assombro que bordei nos cantos
de um eu te amo perdido e moribundo,
parabéns recebidos a destempo dos passos cegos
que incluem minhas palavras de aquarela e jejum
(coices em uma luta num trapézio do cíclico lunar),
enigmática rebentação,
lufada de abismo,
arritmia salgada.
Estos
poemas pertenecen a Grumos en el cielo/Grumos
no céu . Español-Portuguès. Tradução
ao português Tanussi Cardoso. Colaboração e revisão Ana Teixeira Alvarenga.
Abra Canarias Cultural (2021)