En la sección de traducción la poeta Mariela Cordero nos presenta tres poemas de Jüri Talvet (1945, Pärnu, Estonia). Él se ha destacado en este siglo XXI como uno de los poetas y ensayistas más reconocidos y traducidos de los Países Bálticos. Ha presidido desde 1992 hasta 2020 la Cátedra de Literatura Mundial / Comparada en la Universidad de Tartu, además de fundar Estudios Hispánicos. Es miembro elegido de la Academia Europaea. Su poesía en traducción española se ha publicado en dos antologías: Elegía Estonia y otros poemas (Valencia: Palmart Capitelum, 2002), y Del sueño, de la nieve (Zaragoza: Olifante, 2010). De su obra ensayística, se ha traducido Un enfoque simbiótico de la cultura postmoderna (Granada: Comares, 2009), Una grida a la simbiosi cultural (Valencia: Institució de Alfons el Magnànim, 2009) y Diez cartas a Montaigne. El "uno mismo" y el "otro" (Jaén: EUA, 2021). Talvet ha traducido al estonio la obra de muchos autores principales (entre otros, de Quevedo, Gracián, Calderón de la Barca, Pessoa, Espriu, García Márquez). Ha sido galardonado con el Premio Anual de Literatura de Estonia (Ensayo, 1986), la Orden de Isabel la Católica (1992), el Premio Juhan Liiv de Poesía (1997), la Orden de la Estrella Blanca de la República de Estonia (2001), el Premio Conmemorativo Ivar Ivask (2002), el Premio Internacional Naji Naaman de Literatura (2020, por obra completa), el Premio Nacional de la Ciencia de Estonia (por obra de toda la vida, 2021), el Premio Jaan Kross.
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TE SALVÉ LA VIDA, DICES, PORQUE
un instante antes de que se derribara
desde un alero, una pesada roca
de hielo y cayera
justo delante de ti,
te detuviste
a pensar en mí, por un momento.
De manera invisible,
el amor habla
y protege siempre que puede.
Y si no puede, entonces tal vez
sería inútil eliminar las capas
de ropa, carne y huesos ‒
para hallar el alma.
El experimento
podría no tener éxito,
como ocurre con la cebolla o la col.
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No alcanzaron unos labios a rozar a otros
Cuando ya se alzaba el abismo -
una boca negra mostraba sus dientes,
y se ensanchaba (¡Apaga la radio,
no quiero oír ni una sola voz!)
Aún así
nada desaparece. No puedo recordar–
¿por qué esta gota de sangre? ¿Cuál es el pecado?
¿amor? Pues te veo con más nitidez,
un niño crece en mí, de jóvenes dioses
yo extraigo fuerza‒
de la savia de arce, del rocío de la mañana,
de abedules en primavera coronados de perlas,
de la niebla, la nieve, el sueño, de tu tacto–
de cualquier distancia, de cualquier
otoño. (Conspirando, el mundo contiene
su aliento ‒ ¡el milagro se hace realidad!)
Falta tiempo para recordar el tiempo.
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Eres un pedacito de mí, dice la canción,
un pedacito claroscuro, es imposible
saber si vienes de fuera o de dentro,
si son tus labios los que rozan mi oído, o
es el viento de los despeñaderos.
Otra vez se paralizó el lado derecho
de mi rostro, ¡ya no se mueve!
¿Qué hacer, entonces?
no tendrá sentido adelantar el pensamiento.
Te dejo susurrar en mí la luz, no importa
si tu voz viene de fuera o de dentro, de lo infinito
o de aquí mismo, de mi propio aliento.
"¿Es esto realmente posible?"
una joven mujer de piel dorada se preguntaba
hace 14 años (cuando mi yo de medio siglo
empujaba un cochecito de bebé que acunaba
una hija recién nacida). En el periódico de hoy
leí un anuncio de la muerte de esa mujer.
Ilumínanos aun, amor –¡no nos pidas permiso!–
¡sea de fuera, sea de dentro!
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Estos poemas pertenecen al libro Amor, Ilumínanos Aún. Traducción al español por Mariela Cordero y Albert Lázaro-Tinaut. Nautilus Ediciones. España 2023
Crédito de la foto: Mart Velsker