Presentamos una selección de poemas de Eder Elber Fabián Pérez (1992, Iztapalapa, Ciudad de México). Él es Licenciado en Letras Hispánicas por parte de la Universidad Autónoma Metropolitana en Iztapalapa. Ha publicado poesía en revista De-Lirio, Tlacuache, Buenos Aires Poetry , Revista Hispanoamericana de Literatura , Poesía entre Neón, Atunis Galaxy Poetry, Vertedero Cultural, Poesía en Órbita y Círculo de poesía. Algunos de sus poemas han sido incluidos en las antologías Tiempo Fuera y la Antología de poetas jóvenes de la UAM. Ensayo y crítica en la revista El Comité 1973, Círculo de Poesía y en Cardenal Revista Literaria. Además de cuento en la revista Campos de Plumas, Vertedero Cultural, Revista Intervenciones, Cardenal Revista Literaria y Metáforas al aire. Minificción en Revista Literaria Monolito. Ganador en el año 2019 del concurso ¡DI CAPACIDAD! Por el cuento “Él no es una carga”
Encuentro de palabras
Cierro los ojos al cielo,
Desnuda, frente a la página,
Despierta la palabra sobre mi cuerpo,
Grabada entre el deseo y la realidad
¿Son tus huellas un manojo de sonidos inmóviles?
Creces cubiertas de hormigas,
Inventando mi rostro,
Danzando entre el sol,
Girando en el eje del tiempo
Contra la ondulación somnolienta de los signos.
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Indagación poética
¿Quién sobre esta hoja en blanco
construye las palabras?
¿El poeta o su reflejo?
Nadie y todos a la vez
En medio de la sombra
El poeta dice:
Los versos son mariposas de fuego
Y en la luz
El reflejo canta:
Los poemas son la disolución del tiempo
Ambos quiebran los signos
En nuestra mirada
En nuestros oídos
Juegan sobre la historia
Sin fin
Y
Sin comienzo.
Sobre esta página
En la luz de los sonidos
Devorando mi lengua
El verso retrocede
Sobre esta página
Como la arena del desierto
Batiendo sus alas
Escapa de mis manos
Marchando infatigable
A través del silencio
Entre sombras y alientos
Para perderse de nuevo
En la oscuridad de las palabras
Versos que inútilmente sostienen el tiempo
Inmóviles (estatuas plantadas en las sombras)
Surgen las palabras
Como dos flores de fuego
Abandonando su piel a través de la página
Duermen (soñando mi reflejo)
Desnudas (cuerpos vestidos de luz)
Abriendo su rostro hacia el fondo de la noche
Entrelazando sus labios
En el polvo de las horas
Prisioneras de si
Regresan a su tumba
Buscando (como perras hambrientas)
A su asesino
Aquel que escribió
Esta última palabra
Danza aérea
A María González Ramos
Sobre la noche,
Tu cuerpo canta
Como un pájaro
Inmóvil
En la orilla del tiempo.
Vierte su música,
Entre un derrumbe de silencios.
Levanto mi rostro y descubro
Tus alas encallando en el aire,
Tu mirada quemando
Como el fuego.
Giras en el eco del instante,
(Espiral hecha de vidrio)
Avanzando,
Cayendo,
Galopando,
Como el trueno sobre la arena.
Envuelta por la luna,
Bailas entre mi mirada,
Extraviándote en el cielo.
Nombres
Contemplo pasar las letras de mi nombre. Cantan a cuatro tiempos con su lengua de agua, deslizándose entre las fauces del aire. Copulan sonidos, enjambres de notas, hinchándose, creciendo, reventando, reinventando un rostro. ¿El mío? El de otro. El de otros. Escupen bilis, todo aquello que les negué, amor, rabia, besos, lágrimas. Conversamos alguna vez en secreto, hoy me ignoran, ayer me idolatraban, en un futuro regresarán al fuego, serán polvo, puertas a ninguna parte. Volverán a la soledad húmeda, a las chispas que iluminaron su camino. A sus creencias de seducción hambrienta. Mariposas paralíticas, agudas y graves, instantáneas, momentáneas. Símbolos desnudos del océano, murmullos, erosiones, tumbas de los otros, de los dioses. Grandes voces creando jardines, mares, historias. Frutas que maduran y caen a un abismo. Ejes inmortales de los hombres, de un hombre. Minúscula torre de Babel girando a través de los segundos, a través de los años, de las décadas. Soñando el grito, la palabra, sus nombres.
El lenguaje de los árboles
Para Mateo Mansilla Moya
Voces durmiendo juntas cada día en la quietud de nuestros pasos. Aparecen, vuelan, cantan sobre el desierto de cristal. Palabras de fuego, palabras de hielo, galerías de sonidos. Poco a poco salen de sus refugios, se desnudan, cubre nuestros cuerpos de tatuajes, luciérnagas evaporándose, dátiles nocturnos. Despiertan sonámbulas, listas para vagar en el jardín de nuestra mirada. Murmuran a través de nuestros reflejos. Fluyen, se pierden, avanzan, hunden sus labios, flores de higo, hunden sus lenguas, duraznos de seda, en nuestros tímpanos. Conversan en voz baja, lo que somos, las cosas que extraviamos, nuestros sueños con los muertos. Desde lo alto, descubren imágenes divagantes, edifican ciudades. Por la noche envuelven nuestros párpados de espuma. Doblan las horas, olvidan las fechas, avanzan sin caminar, enlazan nuestros pensamientos.