Presentamos tres poemas de Adrián Luckie (1992). Él nació en la Ciudad de México y estudió Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma Metropolitana, se graduó con una tesis sobre la poesía de José Emilio Pacheco con una perspectiva ecocrítica. En el 2016 fue finalista del Premio Internacional de Poesía “Jaime Gil de Biedma”. En el 2022 publicó su primer poemario, En el horizonte de las cosas invisibles (Ediciones del Lirio), libro ganador de certamen “Ópera prima”, convocado por la misma editorial.
LAS COSAS FUGACES
Me dijiste que el mar eras tú,
que las olas hablaban de mí
y que el regreso
siempre es para decir lo que no supo
decirse por vez primera.
Aún repito esas palabras
para ver si me lo han dicho todo.
Pero no me dijiste que las aves
regresan con luz de invierno
ni que los delfines mueren en las playas
por desdicha.
Te fui a buscar para encontrar respuestas
pero escuché un sonido eterno.
Y te miré como todo lo que se ha de olvidar
y te escuché como se escuchan las cosas fugaces
y me fui como se va todo aquello
que ha de volver al mar mil veces
y la mar era yo.
EN EL HORIZONTE DE LAS COSAS INVISIBLES
...estaban en la orilla del mar
ALESSANDRO BARICCO
Dicen que lloran por las cosas más
nimias del mundo, no sé.
Dicen que construyen ciudades
sólo para que las destruya el mar.
Dicen que pintan en la arena, que son poetas
pero los tienen de locos.
Dicen que no son muy grandes,
que llega un momento en donde les cortan las alas
y nunca más recobran su inocencia.
Dicen que ellos inventaron al hombre.
No sé.
Dicen que tienen miedo y dan miedo.
Dicen que a veces hablan un idioma extraño
entre sí, que a veces ven, con la mirada fija
lo que nosotros no hemos siquiera nombrado
en el horizonte de las cosas invisibles.
Una vez vi ángeles.
Estaban en la orilla del mar.
MONÓLOGO CON DIOS
Pienso en la inmensidad del universo.
Y, sólo en esta altura, derramo amargas lágrimas.
CHEN TSE-NANG
¿Y si no somos
la creación de Dios?
¿Si somos una fuga
que escapa de la eternidad
y se desborda?
Si el universo entero
es la falla, el hueco, el resquicio
que no cierra todavía,
entonces ya nacemos siendo herida,
y en el error sabemos que hay luz,
lo que se esparce en el cuerpo oscuro,
lo que brota como sangre de lo eterno,
lo que se cree infinito
pero imagina su propio final
al entender lo supuesto entre el tiempo
y la muerte de una estrella.
Por eso te busco en el mar,
porque las olas nunca callan,
nunca se han cansado de golpear la arena.
Y me vuelvo marino para encontrarte,
de alguna manera, en tu fin o en tu principio.