Debería hacer un proyecto de vida
Debería escribir un poema sobre los hallazgos del día
la reflexión/inflexión de mi mundo interno
el discurso exacto
los símbolos acomodados en hilera
hacia el próximo poemario
un poema conciso
de esos, tan profundos y bien hechos
que son la biblia de alguna clase de retórica
fuera tan fácil tomar las cartas del día
y acomodarlas siguiendo el orden de un talento astral
traído de alguna vieja reencarnación
o que el ritmo fuera similar a la concordancia de mi marcapasos
dos, cinco u ocho páginas
en versos encabalgados
con citas de Proust, Lucifer
o la mística de un pueblo
transfigurado en la forma de un poema
intuir, si acaso, que las mismas reflexiones de mi día laboral
son las mismas de antiguos barbudos y cabezones miltipensantes
si acaso
a manera de escape
hacer un paralelepípedo con el poema
terminar con los mismos versos con los que se abrió la puerta
a la divagación de dichas líneas
concluir que lo pensado
ya se había pensado antes y que lo seguirán haciendo
en otras oficinas, en otras cárceles, en otros cuerpos
que todo será un eterno devenir
denosécuantamiseriamás
Debería escribir un poema
con algún hallazgo
una pregunta nueva, al menos
una palabra en infinito.
Colecciono fotos de modelos
Recorto las fotos
e instalo las causas de un deseo difuso
sobre cartulina amarillenta
no es nada
me digo
un pasatiempo para los días aburridos
un pasatiempo para los días de polvo
cubrir mi fealdad con el rostro de otros
amoldar sobre una caja
los pequeños rostros que llueven
sobre pegamento
sobre la azotea de mis vecinos.
Que lluevan
tantas bocas perfectas
tantos ojos de luz
cientos de fotos de modelos
de otras galaxias
cientos de fotos
no es nada
me digo.
Recuerdo ciertas tardes
en el cuarto de dos paredes
donde mi cuerpo abrazaba cajitas de cartón
con fotos de modelos
para dormir fuera del ruido
unas cuantas horas de dream pop
previo al sueño
mientras me imaginaba que el mundo de mañana
sería una cajita mucho más amplia
forrada de papel lustre
entre violeta y verde
cargaba en mis ojos
cientos de sueños muertos:
caminar sobre un puente enorme, que atravesara una autopista
de cuatro o seis carriles, caminar sobre un puente
y el ambiente nublado, de nieve, de sol casi oculto
y diminuto, dar vuelta en una fotografía antigua
con una melena de actor ochentero, mientras los ojos del amor
alteran la calma; mientras las manos imaginarias
invocaran un beso.
Los sueños que se fermentan en la infancia
entre las cobijas que la madre compraba en rebaja
en las tiendas departamentales
todos esos sueños
aún los conservo
bien guardaditos en mis ojeras
al igual que las fotos de modelos que nunca tendré de cerca
que nunca seré
y que marcaron mi primer acercamiento a la miseria
al deseo.