El poeta Juan Carlos Recinos, nuestro colaborador, nos presenta una selección de poemas de Manuel Parra Aguilar (Hermosillo, Sonora). Licenciado en Literaturas Hispánicas por la UNISON y Maestro en Estudios de Arte y Literatura por la UAEM. Ha obtenido el Premio del Concurso del Libro Sonorense en el género de ensayo; el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2021; el Premio Nacional de Cuento de la Revista Punto de Partida; el Premio Filosofía y Letras BUAP en la categoría de cuento y poesía 2019; los Juegos Florales Iberoamericanos Ciudad del Carmen 2019; el Premio Nacional de Poesía de Zaachila, Oaxaca; el Premio Nacional de Cuento de Zaachila, Oaxaca; el XII Premio Nacional de Poesía Alonso Vidal; el Premio Internacional de Poesía Oliverio Girondo, organizado por la Sociedad Argentina de Escritores, SADE, entre otros. Libros de poemas: Los muchachos del Guinness Book, Permanencias, Breves, Portuaria, Pertenencias, Manual del mecánico, En el estudio, Más le valiera morir y el libro de cuentos Contrataciones, además del ensayo Espacios contenidos. En torno al poema en prosa moderno.
Though the birds have still´d their singing…
Imperecederos sounds, literature, sounds.
En Nueva York, al centro de rascacielos y la isla de Manhattan,
en un cielo reflejado de color naranja,
hay otros como yo que escucharon los sonidos
y otros yos harán lo mismo en otro siglo
aun cuando el tiempo haya terminado.
¿Y si no queda el sonido para que nadie lo escuche?
¿Qué se oye cuando nada se oye?
Sonidos, ecos de pájaros que se marcharon de Central Park,
excepto uno cuando las cosas me proponían dulcemente no creer en nada.
If all songs were only locked in this bird.
YO ME SENTÍA UN extranjero más en Eindhoven
y ella no parecía más conmovida que yo
en aquella durísima temporada de invierno.
“Guten tag”, dijo su gafete
sin mover los labios cuando me le acerqué en la barra de la estación.
En el ruido predecible del tren se escondieron ligeramente las palabras.
¿Puedo decir que en verdad la conocí?
Tenían sus cachetes la dura quemazón de los países bajos.
Ahora los árboles habrán crecido y serán de nuevo interminables.
Le pedí el café más oscuro que pude conseguir por 2 €.
La boletera me despidió con un “Gute Reise, Amerikaner” para el camino.
Esto sucedió en Eindhoven.
De Más le valiera morir
XXI
La línea es un rastro
que dejó marcado en el lienzo el sol al cruzar de un extremo a otro.
La altura que cae,
vencida,
exige un punto donde esa misma línea,
–con nuevo estilo–
deja su piel como una serpiente de luz
en los espacios del lienzo.
Toda forma se abandona.
XXIX
Pudieran ser los límites exhaustos de la madera,
los tonos amarillos
o
naranjas de los melones
y
las papayas,
los días en los que,
sin saber cómo,
el estudio es un templo de paisajes invisibles.
Y lo que no está
–ni dentro ni fuera–
es delirio,
escondite de la muerte.
De En el estudio
Louis Chevrolet visita Belle Isle Park hacia 1941
En el centro de la ciudad:
Las conversaciones y lo que podemos nombrar sus metamorfosis.
Belle Isle Park aguarda. Nada está en silencio.
Ni lluvia ni viento. Un hombre solo enciende una cerilla,
escupe el suelo de las palomas que vendrán. No
hay algo qué comer.
Nada está en silencio.
Louis Chevrolet tartamudea las Santas Escrituras y su voz no construye.
Louis señala la rectitud de un auto que cruza por MacArthur Bridge.
Un hombre se propone apagar la cerilla,
arruga el entrecejo.
Él no sabe que la soledad no es una opción.
Louis Chevrolet acomoda los émbolos de su pensamiento.
Morir no solo es mudarse de ciudad.
Tampoco lo es mirar la hora antes de partir.
Casi todo está en silencio.
De Manual del mecánico
Homenaje a Lance Burton
Esta es mi huella sobre las montañas hambrientas de Nevada.
La nieve cae
Y yo oigo la marcha de las montañas hambrientas de Nevada.
Mi mano se acostumbra
A señalar el paisaje silencioso
Que avanza detrás de los árboles.
Con intención,
Me oculto en el bosque para seguir la marcha de las montañas hambrientas de Nevada.
La nieve guarda mi corazón en la montaña.
Tribute to KFC
Pese a su posición inicial, Harland D. Sanders fue bajado
A su tumba:
Sin mostacho blanco, sin barbilla blanca, sin un traje completamente blanco.
¿Quién nos abrirá las puertas de Kentucky?
¿Quién encenderá la freidora para comer conmigo?
Pese a su posición inicial, Harland D. Sanders
Fue bajado a su tumba
Y desde entonces la vida no es ni más dulce
Ni más buena.
«Don’t worry, Colonel, we do chicken right!»
De Pertenencias
Ojos que ven
cuerdas de yute que juegan a ser columpio
favor de no arrastrar los pies,
la ruta está en el aire
todo aquel que espera,
aquel que permanece alerta en su turno,
¿cuál es su nombre?
Tortillitas de salvado
descoloridas ramas vuelven a formarse
sombras que están aquí
aunque nada las proyecte
cuando maduran las guayabas
los niños
siempre vienen a buscarlas
De Breves
2.
Bienaventurados sean quienes viven en Sindangan en plena alegría del siglo XXI.
Pero más dichosos sean quienes aún oyen balbucear tu palabra que aquí no puede ser reproducida.
Dichosos aquellos que ven tus manos amigas abofetear el aire,
como lo hiciera el gran Pac-Man Pacquiao
o pintarrajear tus cuadernos sin mancharte la ropa, pero sí las manos.
Desafortunados son quienes no pueden soportar tu alegre sonrisa,
tu cansada sonrisa.
¿Así que este pequeñito que luce su camisa del Guinness Book es Junrey Balawing?
Él se oculta en las habitaciones de su casa;
se asoma por entre las rendijas de la persiana cuando lo dispone la cámara Nikon,
evidenciando que toda presunción es apenas circunstancial cuando se trata de perdurar.
Es verdad, Junrey, es verdad; te voy a decir un secreto:
no hace mucho tiempo yo era un chico como tú.
De Los muchachos del Guinness Book
Como dijera Alonso Vidal, "el milagro se obró sin cortapisas". Parra es un poeta prodigioso que hace parecer fácil lo difícil, sal de la tierra.
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