Soy el
silencio que sobrevive
tan
lejos,
donde la
boca del mundo desaparece
y queda
solo una sombra
un fluir
inmenso de agua
donde la
soledad se yergue.
En la
ceguera de mi nombre
emprendo
el viaje.
Vengo al
encuentro con lo antiguo,
al hondo
renacer de esta ceniza
a poblar
el silencio
el
cansancio
torpemente
con mis
huesos fundidos
a nacer,
viajera
en el
indefinible milagro del alba.
A eso he venido.
La despedida
El mundo
nos abandonó verdaderamente
en la lluvia.
En el
agua se dijeron adiós
los cuerpos
que amaron tanto la herida
hasta secar su ardor.
Se
dijeron adiós las manos
que palparon tantas veces la rasgadura
hasta entender su paisaje.
Todo lo
nuestro se despidió en el agua,
quedamos con el temblor apenas,
con el frío desbaratando las raíces
con el miedo de nuestros ojos mojados
en el diluvio que fue una hoguera.
De Antes de ser
silencio. Premio Nacional de Poesía Tomás Vargas Osorio 2019.
Siluetas
Hace días
que imagino
el campo
de plumas
que será
la vida
luego de
esta existencia de luces
sombras,
siluetas.
Desde
entonces pienso
que toda
distancia
desaparece
fluye, se
apaga
en la complicidad
de estar lejos
de
construir nuestros cuerpos
sin
rostros
nuestras
sombras
sin voces
y de
pronto
en un
rojo chispazo de vida
aparecen
nuestros ojos palpitando
a la
espera del soñado arbusto de flores
o del
luminoso jardín
que
alguna vez en silencio
nos prometieron.
Ausencia
No hay idioma más sincero
que el frío
su ardor acaricia los huesos
como a la vida:
eso es lo que llamo ausencia
una voz temblando en la carne
un murmullo
un recuerdo estrechándose
a lo que duele
como el mundo se estrecha
cada noche
al silencio.
El sueño
de la nieve
Siempre
en la boca
el fuego
ha de nacer
nos
quemará los labios
como si
cada palabra
dijera lo
imposible
y
mereciera el rojo destino
de la
llama
el
lenguaje se hará ceniza
no habrá
testigos
que
hablen
el
incierto ardor de la sangre
y
nuevamente
como ha
sucedido desde el primer nombre
que
apareció en la tierra
surgirá
el sueño de la nieve
que es el
mismo del olvido.
Todo lenguaje es adiós
Todo se ha detenido
bajo la nieve
dicen que el frío
ha sepultado los cuerpos,
que en las noches
algo más que el cielo
se ennegrece,
la pupila se apaga
cuando florece el incendio
que es la vida
y entonces
este lenguaje cae
como el hielo:
es la despedida
como sucedió alguna vez
con mi lenguaje
es ahora mi cuerpo
el que se entrega a la noche
y ya no tiemblo
ya no grito.
Árbol de fuego
No voy a rendirme ante mi rostro
voy a encender la hoguera
a construir los pequeños troncos
que han de arder
mientras mis palabras
pequeños y volanderos trozos de espuma
enfrentarán el incierto destino
del exilio
pero la sangre
casa infinita de mi sombra
se teñirá de azul como la angustia
se vestirá de lluvia
de paraíso vivo
se encenderá en el fuego
que no podrá extinguir
el dulce torbellino de mi
historia.
De Nieve. Premio Latinoamericano de
Poesía Ciro Mendía 2020.