TRÍPTICO
DE GEOMETRÍA
I
(EL
Figuras abstractas que
deshacen toda lógica matemática, tienen envoltorios de colores todavía sin
inventar, esperan ser desnudados junto con esas siluetas. Susurros negros que
entran como melodía por los oídos, elevan cual cometa, sin viento, la imaginación. Dos cuerpos en movimiento de forma
horizontal, que contienen piezas de rompecabezas, buscan ensamblar los trazos,
sin éxito, acompañados de la negra noche. Se entrevén, gracias a las luces
efímeras de las estrellas verdes, gotas de agua salada que transcurren por esos
cuerpos. Bocas cerradas, musitan leves sonidos rojos, ondas sonoras que fungen
como brújula hacia el camino del ensamble, crean figuras combinando de manera
correcta varias posiciones de goce, un excelente encaje, autores de vida.
II
(EL
Te miro sentada al
borde del acantilado, arriba del Tecolote, ese cerro que acompaña una flora
muerta, contemplando feos títeres que tienen una madera podrida. Parvada de
memorias picotean mi cabeza, insisten que te olvide, que tú ya no estás. Sus
aleteos provocan ráfagas que me susurran al oído: “vago”, “recuerdo”, “tiempo”.
Aún regreso a tus brazos extendidos, jaula que contiene un pájaro encerrado que
entra y sale a voluntad, que conoce las mentiras, por ser un racionalmente
enamorado.
III
(LA PILA DEL RELOJ)
En su momento, no
supiste cómo tu efecto ‘cronos’ alegraba la separación y la proximidad. Fuiste
preciso y en ningún momento sentí que me hubieras traicionado. Conocí la
soledad y la confusión el día que te olvidé; logré reconocer los besos gélidos
de una mañana gris, pero me extravié en caminos azules y rojos, en especial, en
los obscuros. Almas blancas y negras fueron mis guías. Una experiencia
desagradable que no repetiré, pero lo dudo. Llegaste de forma inesperada y me
he preguntado si en verdad esperaba tu compañía. ¿Dios nos habrá creado el uno
para el otro? ¿O Dios nos habrá hecho para complementar a terceros?, es que
encajamos tan perfectamente bien que pudiera ser que sí a ambas
interrogantes. Extrañaré tus brazos, esa
presión que hacías al amarrar la muñeca izquierda de mi ser; caricia, cual
frigidez anunciaba que tendríamos un día largo. Lapsos, en capítulos matutinos,
daban grandes saltos. En mis ciclos, eran las nueve de la mañana y luego, por
ejemplo, las doce del mediodía. Tus números, custodiados por el color gris,
azul, rojo y obscuro, siempre fueron exactos. Fuiste testigo de unas manos que
nos hurgaron; a ti de forma inesperada, con leves toques, a mí, de forma
directa. Muchos ingratos me han pedido que te olvide. Que te deje. Piensan que
puedo adquirir otro semejante y la verdad sí, pero lo que te hace único, son
las ocasiones que pasaste conmigo, antes de que tu pila se detuviera y el amor
de ella, se fuera.
En duda
Vuelan tan alto.
¿Los sueños son
ilusiones que se escapan?
La resignación
Reverdece la rosa.
Crece, aun sin raíces,
en tierras negras.
Tus
margaritas
I
La cocina, tu cama,
el patio, el corral,
¿dónde estás, mamá?
Sal de donde estés
y deja de jugar.
Platiqué con tus margaritas
y no te han visto desde ayer.
Extraño tus besos, los abrazos fuertes,
tus bendiciones afuera de la escuela.
II
El tiempo es un ladrón
que asesina los días negros desde que no estás.
Ahora duermo temprano
porque sólo te veo en mi sueño.
Despierto y no te miro a mi lado.
Comienzo a sospechar
que tus margaritas saben algo;
las miro cada noche, antes de sumergirme en la corriente
del recuerdo
musitar tu paradero hiriente.
Ahora, platicando con mi
soledad,
llegamos a la decisión unánime
de buscarte
en el cielo.