La
mujer que más amé
La
mujer que más amé
y con
quien más me enojé
fue
mi madre.
Y
después de ella,
amé y
me enfadé
con
otras mujeres.
Pero
nunca podré amar
y
enojarme con ellas
como
amé y me enojé
con
mi madre.
Y
después de su muerte,
la
amo y me enfado con ella
aún
más.
Kidush [1]
Comencé
a vivir y comencé a morir
después
de la muerte de mi madre.
Desde
entonces, cuento los días como
lágrimas.
Mi
madre lloró mucho por mí.
Ahora
yo conservo sus lágrimas
en la
copa de vino para el Kidush.
Números, Deuteronomio
Anduve por el desierto cuarenta años.
El desierto me acompañó a todas partes
donde caminara yo.
Buscaba agua,
buscaba memorias,
encontré piedras para remover,
y, esencialmente, pensamientos.
Dios me dijo: “Calza Reebok,
es más fácil caminar,
sobre suelas de recuerdos”.
Calcé las Reebok
y continué andando por el desierto.
Mis zapatos se cubrieron de polvo.
Dios me dijo: “No es polvo,
son los recuerdos”.
Sabía que, si lustraba los zapatos,
desaparecerían las evocaciones.
Sin limpiarlos, seguí andando.
Busqué agua,
busqué memorias,
buscaba el libro de la vida.
Pero Dios me dijo: “Calza Reebok,
es más fácil caminar
sobre suelas de recuerdos".
Tomado
del poemario La mujer que más amé, Amadeus
editorial y La Casa de la Cultura Ecuatoriana, 2021.
[1] Bendición que se recita sobre el vino durante la ceremonia del sábado y otras festividades judías.
Traducción al español: Tamara Rajczyk.