Sabor de Oriente
He vagado
por las calles tristes de este infierno.
Del amor a las criaturas
me hablaron los poetas romanos;
nómadas gitanos y ascetas opulentos
hurtaron mi conciencia y mis monedas,
después se jugaron mi ruina a los dados.
Con la sombra a girones emprendí
una desesperada huida sin limbos
sólo el anhelo de vida y un secreto:
todas las caídas tienen algo decoroso,
remembranzas embrionarias
y la dicha humana; huesos, piel, zozobra.
Por eso busco la quietud espiritual,
un maestro, iluminado ciego fraterno,
un hilo para salir del laberinto,
otro ladrón para habitar la cueva.
Espero noches y albas frente a una mesa,
un libro y el juramento de un mecenas.
El poema no llega ni se anuncia
con frases de esmeralda,
en el plano de la trascendencia
jamás brillará mi torpe palabra.
En este espacio donde apenas dormito
se mueren la juventud y la impaciencia.
Hay golpes indoloros, dagas de fuego,
el microcosmos se reduce a una casa
a medias, una biblioteca, una bañera.
Un día creí que mis ideas inquietaban
igual que el polvo de canela.
Conocí el valor del dharma,
sólo fingía mi existencia,
quise hacerla pasar por una excusa,
pero la metáfora seguía necia.
A cambio, un sabor de oriente
devuelve con claridad la certeza;
sólo soy una persona
frente a una taza de té con especias.
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Adiós
Cuando, Yo, me despido
se abre un sendero colmado de flores,
un camino placentero lleno de trinos
por donde andarán sus sueños,
mis enemigos.
Cuando, Yo, me despido
coloco un cántaro con agua bendita
para que beban un líquido propicio
y nunca tengan sed de destino,
mis
enemigos.
Cuando, Yo, me despido
me aseguro que nunca vuelva
la necesidad, el apego, tan dañino
y rezo para que no les falte abrigo a
mis
enemigos.
Cuando, Yo, me despido
abandono un mendrugo
para alimentar el fondo de sus bolsillos
y tengan migas que dejar en el olvido
mis
enemigos.
¿Qué no haré, Yo, por mis amigos,
cuando, Yo, ¿me despido?
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Brebaje
Este poema o filtro
contiene un mensaje
- Acaso ni adivino –
sábete que me haces falta,
todo pende de tu hilo,
de tu ardiente magia
para rescatar mi destino.
Si no vuelves al decirlo
apenas concluya el
último verso
de este impoético capricho
dejaré irme por el camino,
mismo que he recorrido
- Y es que amor había –
antes de perderlo
a cambio de toda esta ironía.
Nada que puedas decir de mí
saldrá sobrando,
frasco vacío en forma de corazón
indica locura por desprecio,
falta de sincronía.
Ya no puedo hacer de la tinta
poemas de melancolía.
Lo que ves es lo que hay.
B é b e m e