Presentamos tres poemas de Alejandro Franco (Guadalajara, Jalisco, 1979). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Guadalajara. Ha colaborado con poemas en diversas revistas digitales, así como en varios eventos de lectura. También fue parte del VII Encuentro de Poetas Francisco González León (Lagos de Moreno, 2020). Es autor de los libros de poesía Tu rostro sin ti (Acento Editores, 2019) y Ramaje de sangre (Ediciones el viaje, 2021).
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Viento
La marcha errante del viento
cruza la casa a cualquier hora
Sigiloso como una serpiente
repta por las esquinas
y debajo de los muebles
No encuentra nada para devorar
sólo polvo y memoria
Envuelve amantes bajo la seducción
de la cercanía, y entre caricias
aviva la fogosidad del tacto
Puede llegar a ser violento
agitando desamor en el pecho
para luego arrasar con furia
lo que encuentra en su interior
Silba y no calla
No se arrepiente ni tampoco se conmueve
Pero se detiene por instantes
a presenciar la orfandad
que ha dejado palpitando en el corazón
Porque aún sin pies ni manos
y en un solo día, en unas horas, en segundos
es capaz de despojar al hombre
de sus tesoros más preciados
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Noctívago
La noche oprime Enciendo una luz
para no extraviarme en su barullo
La somnolencia ha dejado a la deriva
imágenes sin gestar en la pluma
Escribo
El papel tiembla bajo el pulso
Acaricio esa breve superficie, poseyéndola
Línea tras línea me sumerjo
en la blanca profundidad de su marea
bajo el delirio que oscila
entre el espacio sediento de las letras
Escucho el rebelde aleteo de la sangre
anegando la sequedad de mi parálisis
Circula como corriente de aguas termales
por los ángulos de mis dedos
La noche se ablanda
y se disuelve en vocablos
que bailotean con nerviosismo
desarropados, junto a pesares
que murmuran
su muerte repetida
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Despedida
La apatía anidada en los labios
se convierte en espina del deseo
Deja sangrando las fauces
del abandono
cuando se ingiere con voracidad
Escudriño voces
en el rincón de la memoria
donde guardé celosamente
su resonancia
pero sólo escucho el goteo
de una llave mal cerrada
Sólo quedan
palabras muertas
por la detonación
de un adiós
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