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En su debido silencio, las palabras
humanas: ideas (proyectadas en el azul
cielo, forma audaz que has dicho
tengo la intención de evocar, la única palabra que me parece
oír) ¿Qué dice? De un indicio, y en el silencio
debido a nosotros, que gira en un enjambre
rutilante de astros una cuota de absoluto: la caballera rubia
Ese imán, es una efusión deslumbrante en el espacio
alado (del cometa, por lo tanto, he aquí
los residuos, el fuego que barre los conceptos
engañosos en el gélido negro sideral): expulsados de este mundo
de lemas, de asonancias, del más experto anacoluto
no puede sino convertirse en puro ingenio
chispeante incluso la chatarra que canta en el cielo.
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No contengo tu cristalina inclinación a debatir
alrededor del sentido: me mira como un eco, dices, el límite
que revela el exceso, y repito el movimiento derrochador
y a la vez incierto (abierto a lo indeterminado, se circunscribe
de qué línea temporal que irrumpe en la fuga, el territorio minado
del alma). "Todavía no me explico, dices, el sinfín
abierto a lo prohibido, y sus formas inalteradas, sin embargo
espero para ver (así como la materia, dijiste, inerte
Y no dijiste que no hubo quien viera en ese reposo
acuerdo de fuerzas opuestas) su antagonismo se ha apaciguado
en el acto del deseo". Yo te ruego así y también mi pensamiento
doliente se dirige hacia el desierto (un ejército en armas que se
siente afligido por la desaparición de un par amigo, sin nada
- ¿De qué la vida se enciende dominante, soberana?): entonces ya sabes cómo
el cielo se nutre del cielo, de esta su perfecta energía
de otro mundo que dirige la conmovedora obra de los hombres
¿Sin tregua? (Hubo preguntas, recuerdo, en un estado
de ánimo más apropiado: "¿Quién te ha traído aquí?¿ Por qué
has venido?"): nada certero, Materia, dices, y Espíritu, e Idea
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El jardín decimonónico y aquellas prosas
neoclásicas, preludio de tu discurso
de una naturaleza inmaterial, dijiste, soy un calco
vanguardista (la perturbación del alma
lo inefable deambulando por el patio, o la mordedura
de éxtasis). Aquí lo reconoces
lo impoético se vuelve espiritual, la sangre
que se hunde en lo sublime. Cuanto hay de artificial que
cautiva, te digo, se desvela y vence
en la audaz oposición de los contrarios (el bien
antagónico a su mal, o la furia eléctrica
de la tormenta en un desgarro diáfano
del cielo otoñal): es la razón
que anhela con horror la energía, que dices
se consagra a la alternancia en la dirección, ya sea de atracción
o repulsión, de una leve y fecunda estancia en el pensamiento
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Traducción del italiano al español: [Estos poemas pertenecen al libro 'I Canti', 2016 (Bastogi Editore, Roma)]
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